Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

martes, 17 de noviembre de 2009

Recordando a Machado

Ni el fuerte olor de las hierbas montaraces -romero, tomillo, salvia, espliego- o el buitre, cruzando majestuoso el cielo azul sobre las plateadas aguas del Duero, consiguen alegrar el ánimo de Don Antonio en "A orillas del Duero", Castilla: una tierra triste (y noble), antes conquistadora, madre de capitanes, a la que sólo la quedan algunos ganapanes y filósofos nutridos de sopa de conventos.
Las dos lindas comadrejas, entre las peñas, parecen preguntar: ¿porque no despierta Castilla de su sueño?. Luego se alejan huyendo, y aparecen de nuevo ¡tan curiosas!...

Mientras la hilera de hormigas va trepando por su tronco seco, y antes de que algún leñador, el carpintero, o quién sabe que otra circunstancia, lo transforme o lo destruya, Machado contempla la rama reverdecida,-con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido- soñando con el milagro y que la salud de su amada Leonor mejore. A un olmo seco....

¡Quién sabe lo que se traga la tierra!.A éste final desgarrador le precede el recuerdo de los felices momentos vividos: niña, compañera, campana virgen, campana nueva, "Soñé que tú me llevabas".... Y en sueños era verdad.

Sobre la mole del Moncayo, se proyecta la tierra soriana con una imagen bella y dulce, distinta a la de aquellos "Campos de castilla". Las cigüeñas desde el campanario ven pasar mulas y labriegos. La perdiz, todavía a salvo, ignora al cazador furtivo, ruiseñores, lirios y rosas ponen música y color en la tarde azul, mientras que José Maria, -Palacio buen amigo- dejando atrás los viejos olmos, sube al Espino al alto Espino donde está su tierra...
Hermoso final. Leonor no está pero su tierra tozuda y firme mantiene su recuerdo y transmite su presencia.

¿No ves, Leonor?, dame tu mano y paseemos. Mi corazón está vagando en sueños, "Allá, en las tierras altas", en torno a Soria, mientras, por los campos de olivares polvorientos, voy caminando sólo, triste, cansado, pensativo y viejo.

He disfrutado mucho releyendo a Machado. ¿Me acompañas?

1 comentario:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Siempre hay que volver a Antonio Machado. Siempre. Él está ahí, esperándonos.