“Que trata de la aventura que mas pesadumbre dio a don Quijote de cuantas hasta entonces le habían sucedido".
Con éste comienzo el lector se prepara para lo peor, tal vez por ésta razón en el primer párrafo, Cervantes dulcifica la situación para que recorramos el texto con más interés, incluso con un cierto suspense. Se sirve para ello de la belleza y discreción de Ana Félix como portada, la posible aventura de don Quijote para liberar a Gaspar Gregorio recordando la narración del retablo de Maese Pedro como argumento y la certera advertencia de Sancho a modo de prólogo:
“Advierta vuesa merced que el señor don Gaiferos sacó a su esposa de tierra firme y la llevó a Francia por tierra firme; pero aquí, si acaso sacamos a don Gregorio, no tenemos por dónde traerle a España, pues está la mar en medio”.
Así, la liberación de Gaspar es en principio adjudicada al renegado quedando don Quijote en reserva, por si el español no saliese bien del caso.
Pero,en cuatro días el futuro de don Quijote da un giro con la incorporación por sorpresa del Caballero de la Blanca Luna y en principio, contra lo que en la obra venía siendo habitual, sin el conocimiento de ninguno de los personajes de la misma. Cervantes va a cambiar el curso de los acontecimientos con un reto inusual: Nuestro Quijote -el último romántico- se ve obligado a luchar y aceptar las condiciones del desconocido caballero para mantener que la belleza de su dama no tiene parangón.
“Jamás habéis visto a la ilustre Dulcinea; que, si visto la hubiérades, yo sé que procurárades no poneros en esta demanda porque su vista os desengañará de que no ha habido ni puede haber belleza que con la suya comparar se pueda”.
En ésta ocasión –es el principio del fin- el contrincante no resulta vencido como el Caballero de los Espejos en el capítulo 14/2 o se retira como ocurriera en el combate con Tosilos en el 56/2, sino que arremete con no mucha, pero sí suficiente furia contra el viejo y cansado caballero al que, con poco esfuerzo rinde.
“Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad; aprieta, caballero, la lanza, y quítame la vida, pues me has quitado la honra”.
El pasaje es utilizado por Cervantes magistralmente, para manteniendo la firmeza y honra del protagonista, acercarle al fin de sus correrías.
“—Dijo el de la Blanca Luna—;viva, viva en su entereza la fama de la hermosura de la señora Dulcinea del Toboso; que sólo me contento con que el gran don Quijote se retire a su lugar un año, o hasta el tiempo que por mí le fuere mandado, como concertamos antes de entrar en esta batalla”.
Deslocado (deslocado: ‘dislocado’, ‘torcido’, pero también deslocado ‘desalocado, curado de locura’) quisiera Sancho que quedara su amo tras semejante suceso, del que como premonición de lo que puede acontecer es sacado en “silla de manos que mandó traer el visorrey”.
Quedamos a la espera de saber, quien es el Caballero de la Blanca Luna que de tan mal talante ha dejado a don Quijote.
Imágenes: Antonio Carnicero y Gerónimo Gil