19:30 Horas.
- No puede tardar mucho, pensó Luis, las tiendas cierran a las ocho.
La plaza presentaba un cierto aspecto festivo que no correspondía al habitual en un jueves de Mayo. Los edificios, en su mayoría de tres pisos, proporcionan sombra fuera de la arcada, a la mitad de la plaza; las palomas, mueven descaradas el cuello al ritmo de su contoneo, persiguiendo a los niños para hurtarles los granos de arroz inflado que sin destino fijo salen de la bolsa. Las terrazas, casi al completo conforman el ambiente festivo con el colorido de las sombrillas; los bancos públicos, apenas son visibles bajo traseros de todo tipo y condición y la escolta móvil de las sillas infantiles.
- ¡Ya estoy aquí! He encontrado camisa y pantalón a juego para Juan ¡Monísimo! y muy bien de precio.
- ¡Mayte! Quedamos que sólo una prenda, no son buenos tiempos.
- El niño no tiene casi ropa, además, lleva muy bien el curso. Sale mucho con esa chica tan simpática. Laura. ¿No?
- No sé. Juan no es un niño, cuando lo era no le faltó de nada. Han crecido con la certeza de que la vida, por si, les proporcionaría por estudiar, primero moto, luego coche y en verano vacaciones en un campus de idiomas fuera de España, pero ahora han de mentalizarse que mamá y papá no pueden dárselo todo; las cosas han cambiado, los trabajos no son para siempre.
- De ti no pueden prescindir, y yo con mis trabajos extra, voy sacando algo.
- Puedo ser necesario, pero no imprescindible, nada es seguro, la prosperidad pasada, era ficticia, artificial, el dinero fácil, se acabó.
- ¿Quieres que devuelva la compra?
- No es eso, estamos pasando de “la civilización del ocio” a la del “esfuerzo” y nuestros hijos no tienen antecedentes en ese sentido.
En las calles de entrada a la plaza, sendos coches de patrulla arribaron de pronto sin destellos ni sirena. Dos motoristas uniformados, estos sí con antorcha visible, se situaron al abrigo de los soportales. En la zona de sombra, un grupo de personas, en su mayoría jóvenes aumenta por momentos.
- ¡Mira. ¿No es aquel Juan?
Luis le había visto en la plaza hace un tiempo, pero calló, el intento fue inútil. Comprendía lo que estaba sucediendo, él también soñó con mundos ideales.
- ¡Es él. Es él! Hay Dios que no se meta en líos.
- Espera aquí, por favor, ya voy donde está.
Del grupo en vías de multitud, iban brotando pancartas con una fecha: 15 de Mayo. Luis permaneció un tiempo entre ellos, recordando y volviendo a soñar, pero había que volver, era necesario.
- No te preocupes, es una reunión pacífica, ya ves que la policía no interviene.
- Pacífica y con tu hijo dentro.
- Vamos mujer, no te preocupes.
- Si me preocupo, pero no me voy. Si está Juan, también nosotros.
Cogidos de la mano se dirigieron al grupo en vías de multitud.
Imagen: El Correo de Burgos