Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

martes, 17 de diciembre de 2013

Cada día tiene su afán. Todo lo que era sólido, Antonio Muñoz Molina


Palacio de las Artes Reina Sofía (Valencia)

En la década de los 70, los españoles éramos más pobres. Las calculadoras a pilas amenazaban con descaro a las reglas de cálculo, la informática era una promesa factible y nosotros aspirábamos a situarnos sin apetencia de movilidad en una empresa “para toda la vida”.
En la década siguiente fuimos más ricos que ayer, pero menos que mañana. La transición española -se dijo- fue modélica, y es posible que así fuera; contra Franco la unión era más firme,  prácticamente todos deseábamos, sin haberlo practicado vivir en democracia, esa asignatura  a la que cada día hemos de dedicarle un afán.
El mañana de los 90, las promesas electorales y los fondos europeos cambiaron algunos conceptos establecidos, de la frase tópica y típica en la reunión de mamás “mi niña sale con un chico muy trabajador” pasamos a “el novio de Piluca es muy inteligente, ¡Va para concejal!"

Si bien es absolutamente cierto que la descentralización de las administraciones fue positiva y beneficiosa, no lo es menos que su gestión debe controlarse. Y es aquí donde a los ciudadanos nos cumple el diario afán, no solo en forma de crítica, que también. Nuestros concejales, alcaldes, diputados, no son sino nuestros delegados, y a ellos  debemos exigir con hechos una buena gestión, al margen de militancias o sentimientos en lugar de actuar con mimetismo. No está del todo claro si ellos son nuestro reflejo o nosotros les imitamos, ¡O más bien sí! Entre todos hemos creado una sociedad que hace del despilfarro y la ostentación su bandera.

Para estar socialmente en línea uno ha de tener casa en la playa  hacer un crucero o jugar al golf (nada que objetar a playa, crucero y golf). Hemos pedido créditos -que hay que pagar-  para la comunión del niño, para vacaciones, para la Feria de Abril, o para un 4x4 de muchos centímetros cúbicos que usamos en ciudad. Quizás no hacía falta pero nadie ha explicado las secuelas de semejante dislate; nuestros mayores lo tenían muy claro: cuando contraían un compromiso de pago, detraían de los ingresos una cantidad que en una caja o sobre esperaba el momento de hacer frente a la obligación contraída. Eran otros tiempos.

No se trata por supuesto de justificar el comportamiento aberrante de nuestros ínclitos elegidos, ni de aplaudir soluciones que pasan por aumentar su afán recaudatorio sobre nuestro diario afán para ir pagando -y de paso recoger algún que otro beneficio justo premio a sus ideas-  proyectos faraónicos (que en ocasiones aplaudimos). No se trata de tolerar, repito, ni justificar sino de una obligada meditación sobre lo sólido de nuestros principios.

Lo público es de todos, lo privado de cada uno, lo dramático es que pagamos errores propios y ajenos. ¡Algo habremos hecho para merecer este castigo!   


martes, 10 de diciembre de 2013

La balanza de las ideas. Todo lo que era sólido, Muñoz Molina


El Juicio Final: Hans Memling 

La actualidad obliga a manifestarnos sobre la ejemplaridad de MADIBA, pero serán, (seremos) muy pocos -políticos ninguno- los dispuestos a asumir sus principios y no hacer de la confrontación -utilizaremos la jerga política- “su hoja de ruta”. La mano derecha seguirá criticando la torpeza de la izquierda, y esta, la posición privilegiada de aquella por la sola razón de formar parte de un ser vivo nacido diestro, sin caer en la cuenta que ambas son necesarias para atar los cordones del zapato.
La actualidad del Club de lectura en diciembre, gira en torno a Antonio Muñoz Molina, y sorprende gratamente comprobar cómo el discurso de la obra se mantiene sin escorarse a babor o estribor, al margen de los embates de las ideas. Tendencia esta al parecer irresistible en tertulias y artículos de opinión.
Cierto es que estamos ante un ensayo: visión particular del autor sobre un tema,  y que por tanto no pretende soluciones ni estudios exhaustivos de las cuestiones que plantea, sino proporcionar una herramienta para la reflexión y a nuestro juicio, Todo lo que era sólido promete confirmar la teoría. Nos parece un apunte sólido la necesidad de abandonar el cainismo de la dos Españas

Adjudicarse como exclusivo el marchamo de españolidad, progresismo o democracia, viene a ser como negar la evidencia de que lo contrario existe. Nadie es más español que nadie, ni deja de serlo por amar su cuna y su lengua. Progresismo suele identificarse con la libertad individual, y opuesto al Conservadurismo, el término varía en función del país y la historia; tanto uno como otro a la hora de calzarse debían de colaborar para ajustar el cordón al zapato del consenso. El día 15 de junio de 1977 (primeras elecciones democráticas desde la Guerra Civil) con mayor o menor interés, todos nos matriculamos en “Democracia”. La democracia tiene que ser enseñada.  Lo natural no es la igualdad sino el dominio de los fuertes sobre los débiles. Como afirma Muñoz Molina, debemos emplearnos en asimilar nuestra lección diaria de democracia. No se nace demócrata.

Todo lo que era sólido invita eliminar la "separación" (apartheid en afrikáans) por el camino de la reflexión.


miércoles, 4 de diciembre de 2013

Renovarse o morir


                                          Ballet nacional de España

La España de comienzos del XX, mantenida en la superstición y el analfabetismo por políticos y burgueses, no era el país, entretenido y festivo de las zarzuelas de la época. Era el triste resultado de no haber participado en los movimientos que trajeron la modernidad a Europa (la Reforma, el Racionalismo, el Empirismo y la Revolución Industrial). Los  españoles de entonces sobrevivían de una industria escasa y explotadora y  de una  agricultura insuficiente.

A excepción del gobierno de Maura, los gabinetes duraban cinco o seis meses. El aislacionismo y la exigua fuerza diplomática, política y militar  llevó al gobierno a  la neutralidad en la I Guerra Mundial  lo  que generó cierta productividad y auge industrial, sin embargo la Guerra provocó la repatriación de emigrantes hizo aumentar el paro y los salarios crecieron por debajo de los precios;  los beneficios fueron para las fortunas especulativas. El Desastre de Annual, los nacionalismos el autoritarismo y la falta de reflejos del rey, entre otras cosas dieron paso a la dictadura de Primo de Rivera.
En otoño de 1929 tras diez años de riqueza y exceso se produjo el desplome de Wall Street arrastrando en su caída a la peseta.
En 1930 Primo de Rivera dimite, en 1931 Alfonso XIII deja el trono y abandona España. El sistema caciquil  había llegado a un límite insostenible y tras las elecciones se proclama la II República española. Tres gobiernos la dirigieron hasta abril de 1939 dando paso a la dictadura de Franco.

La historia a partir del 39, volvió a repetirse, aislacionismo etapa autárquica plan de estabilización apertura al exterior auge económico e industrial. La población española aumentó  en diez años  más que en los veinte anteriores.

Sin perder de vista este legado abordaremos la lectura de Todo lo que era sólido de Antonio Muñoz Molina, un ensayo al que nos auto-invitamos y al que asistiremos cada uno con su particular traje conceptual y moral. No debiéramos olvidar que al igual que muchas de las ciudades costeras de nuestra querida España, hemos vivido durante años de espaldas al mar ignorando las posibilidades de nuestro patrimonio.