La
tarde era como otra cualquiera de un invierno no excesivamente severo y densos
nubarrones predisponían a la melancolía acelerando el atardecer. Caminaba
paralelo al cauce del río de vuelta a casa, era el itinerario habitualmente
utilizado cuando de dar cancha al pensamiento se trataba en busca de
inspiración. El profesor de lengua propuso un tema libre para fin de mes y las
musas –como en la canción- venían burlándose de él hasta que un conductor de los que comparten su música con
los transeúntes le dio a través de los bafles de su carro la pista: el grupo Jarcha, pasado de decibelios convencía al personal de que la libertad ha de conseguirse sin ira. Ya tenía tema: Libertad.
Un
avión low cost de Germanwings se había estrellado días atrás
en Seyne-les Alpes al sur de Francia con 150 pasajeros y hoy la sombra del atentado
se cierne sobre el suceso. Los primeros indicios llevan a la participación del
copiloto tras comprobar que bloqueó la puerta al comandante. Si así fuera, ¿es
eso la libertad? El hombre a diferencia de otros seres vivos está dotado de
libertad, es dueño de sus acciones y en consecuencia con capacidad para obrar
bien y mal, ambos términos de compleja interpretación en función de las
diferentes creencias humanas, basta pensar en Nigeria y Boko Haram. ¿Qué es el bien? ¿Qué es el mal?
¿El bien es divino y el mal humano producto de esa libertad? La libertad es
mala. O no la usamos debidamente. Esta es la cuestión.
Mientras
todas estas preguntas asaltaban a Fonchito atropelladamente, en su interior, daba gracias a que el conductor-inspiración llevara a Jarcha en su reproductor
en lugar de uno de esos “chunda-chunda” tan resultones.
- Haré un borrador tan pronto llegue a casa, seguro que el profesor Vargas Llosa, si lo desarrollo bien me dará
buena nota –pensó.
El héroe discreto cuya carga de culebrón (copio a
Vargas Llosa) y de novela policíaca con tintes de humor es indudable, tiene
momentos verdaderamente profundos.