Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 13 de noviembre de 2014

Dificultades en el último momento. Nada, Carmen Laforet


“Por dificultades en el último momento”[1] hube de acarrear con los volúmenes recogidos el día anterior de la Biblioteca Pública. Hasta aquí, salvo el superior peso de la mochila todo normal, el problema, si así puede llamarse, vino cuando apenas traspasado el arco de seguridad de la entrada en la Biblioteca Central, el maléfico artefacto me denunció como “non grato”, y como “no podía ser de otra manera” (perdón por  utilizar esta frase tan correcta políticamente) todas las miradas convergieron en quien esto escribe.

  -¿Llevas algún libro de la Pública? Preguntó aliviando la situación una agradable voz femenina
  -Sí, dos que no tuve tiempo de dejar en casa.
  -No te preocupes ocurre a veces, lo curioso es que los de aquí, no activan la alarma de allí. Déjamelos un  momento y los desactivamos, no hay más problema.
  -Toma, gracias.
  -¡Anda! La novela social española ¿Estás con Nada de Laforet? (el Club se reúne en la sala B de la Biblioteca Central UBU)
  -Sí, pero no. Estos son para otro trabajo, ya te dije: me olvide de dejarlos en casa.
  -Os sigo cuando puedo y tengo la novela en casa, en pasta dura de color azul. ¡Debe tener unos años!
  -A pesar del tiempo se lee muy bien y no ha perdido atractivo.
  -Por eso te pregunté al ver los libros sobre la novela social
  -Quizás esta primera novela de Laforet podría encuadrarse como un anticipo de la novela social, no sé. Para el lector, el mundo cerrado de la casa de Aribau constituye un espacio aparte de la vida que transcurre fuera y la protagonista, Andrea, personifica el contraste entre la vida de la casa y la que ella lleva.
  -Cuándo la escribió era muy joven ¿No?
  -En 1944 tenía 23 años, ganó con Nada el  Premio Nadal, en 1945 y el Fastenrath en 1948. En 1946 contrajo matrimonio con Manuel Cerezales y decidió dedicar los años siguientes a su familia. En este dato tenemos una muestra de la posición de la mujer (y hablamos de una escritora) en la sociedad del momento.  En 1944 el Régimen, a través de la Sección Femenina, catequizaba en colegios e institutos la minoría intelectual de la mujer frente al varón. Las novelas de consumo femenino las protagonizaban muchachas temerosas de Dios y románticas que conocían a un caballero con el que acababan casándose. Carmen Laforet, junto a Pascual Duarte, de Cela renovaron aquella literatura de posguerra.
  -Yo creo que, en esa época, y tan joven, tal vez lo que hizo fue recoger retazos de su propia vida. ¿No crees?
  -No lo sé, esa es una de las eternas preguntas: autobiografía o motivación. No debemos olvidar el entorno histórico, dado que la novela comienza con la llegada de  la protagonista a Barcelona pocos meses después de finalizada la Guerra Civil española y cuando a principios de 1945  recibe el premio Nadal, la guerra, primero en Europa y luego en Asia, estaba a punto de terminar. Nada es la primera novela española que se sitúa en el marco coetáneo, de la posguerra, refleja la realidad inmediata sin idealizarla, con realismo y -esta es otra de las preguntas- no sabemos si con intencionalidad crítica, Carmen Laforet no se ha manifestado en este sentido.  De cualquier forma, el contexto histórico es sólo un marco borroso al que se alude muy poco. A Laforet le interesa más el microcosmos de sus personajes y su drama humano, que la problemática social en la que están inmersos.
  -Perdona pero tengo que volver “al curro”. Me reclaman
  -Ha sido un placer. La próxima vez de una u otra manera conseguiré que el maléfico artefacto vuelva a delatarme. Gracias. ¡Hasta otro día!





[1] Nada (primera parte, I)

6 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué extraordinaria forma de arrancar con el libro, Paco... y no desvelaré más.

Estrella dijo...

Una de las cosas que más se me "quedaron" de esta novela cuando la leí fue el ambiente asfixiante de el piso de la calle Aribau. Casi insoportable. O sin el casi. Qué bien lo transmitió Carmen Laforet.

pancho dijo...

Tu habilidad para los diálogos sigue dando estupendos resultados, no importa lo serios que sean los contenidos.
Un abrazo.

Ele Bergón dijo...

He descubierto que me sigue gustando esta novela aunque ya hayan pasado tanto años desde su publicación.

Lo que me continúa asombrando es cómo la autora, siendo tan joven fue capaz de escribir y sobre todo describir todas las sensaciones que le van ocurriendo a ella misma y a los personajes.

Es una novela fresca a pesar de lo asfixiante de la casa y también me parece una novela impresionista. Da pinceladas sin profundizar en el porqué de los comportamientos.

Creo que todo autor deja plasmado, en lo que escribe, algo de su propia vida. Supongo que Carmen Laforet también lo deja en Nada, pero parece ser que ella no era una muchacha que pasara hambre.

Un placer leerte como también es un placer el hablar con algunas bibliotecarias o bibliotecarios. Confieso que yo también me enrollo mucho con ellos. A la mayoría les gustan y mucho los libros, por eso están ahí y es inmejorable su labor.

Un abrazo

Luz

Myriam dijo...

Aquí estoy contigo y te sigo. Me encantó este comienzo.

Beso y abrazo

Gelu dijo...

Buenas noches, Paco Cuesta:

Lo mal que sienta que suenen las alarmas. Seguro que se recuerda de ti la bibliotecaria, y -en la próxima visita- puedes disfrutar de una nueva y agradable conversación sobre libros, y no tienes que volver a ser el blanco de todas las miradas.
El éxito de la novela fue impactante. La cuantía del premio, era elevada y además suponía ser conocido en el mundo de las Letras.

Abrazos.