Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

miércoles, 25 de noviembre de 2015

APUNTE PREVIO: Los Pazos de Ulloa. Emilia Pardo Bazán


Doña Emilia Pardo Bazán desde el pazo del supuesto marqués de Ulloa, más que inventora de un mundo de ficción se convierte, en mi opinión, en observadora de una realidad contemplada en el atractivo marco de la campiña gallega donde tiene su asiento  un decrépito caserón escenario de concubinato, dudas y tentaciones de cura, amores de madre, decadencia familiar, naturaleza -Naturalismo-  y ambiente primitivo que prostituye la vida política y moral. Como dice nuestro profe: un novelón. Para leer “corriendito” –añadiría yo.

5 comentarios:

Ele Bergón dijo...

Pérez Galdós dice de esta novela que es una obra maestra. Claro que don Benito y doña Emilia, por aquella época se escribían unas deliciosas cartas de amor.

Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Un novelón, en efecto. Para leerlo y disfrutarlo. Buen análisis de la perspectiva del autor naturalista (autora, en este caso).

la seña Carmen dijo...

Ya se nota el naturalismo nada más echarle el diente a la novela. Mucha mujer doña Emilia, aunque fuera condesa :-).

Abejita de la Vega dijo...

Ambiente rural, decadente, brutal,qué ambientazo el de la cocina de Sabel. Los personajes como Nucha y el curilla, tan sensibles y delicados, nunca se adaptarán.

Buena introducción, Paco.

Myriam dijo...

Me gustó mucho el comentario que te hace LUZ,
pero la novela es muy buena-independientemente de eso- y como bien dices, refleja mucho la natural realidad. Sus descripciones son
tan reales que se salen del libro.

Besos