Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

domingo, 24 de enero de 2016

HONOR, ESA GRAN PALABRA. El alcalde de Zalamea de don Pedro Calderón de la Barca


Honor, una gran palabra con muchas acepciones y casi tantos modos de entenderlo como entendedores, suele interpretarse subjetiva o colectivamente en función del mérito el heroísmo, la ascendencia y -particularmente en las mujeres- en función de la conducta sexual.
Pero… ¿qué es el honor? Por honor se corta un dedo o una mano, por honor se hace el harakiri. Un kamikaze actúa por honor, por honor se da y se quita la vida. El honor llevado al límite, como muestra Cervantes en Don Quijote, conduce al ridículo. Hoy, el honor se ve como algo caduco, como una reacción absurda.
En el teatro barroco español, tres eran los temas fundamentales: el amor, la religión y el honor. Calderón de la Barca recoge en El alcalde de Zalamea un duelo entre el honor y dignidad personal de Pedro Crespo y el honor corporativo del general Lope de Figueroa y el capitán Álvaro de Altaide por el robo del honor a Isabel. Don Lope y el capitán entienden el honor como consecuencia del nacimiento y la posición social. Pedro Crespo tiene una concepción distinta: el honor de un villano descendiente de campesinos libres  es patrimonio del alma y esta sólo es de Dios. El honor no reside en la sangre.
Calderón pone  de manifiesto una vez más en El alcalde de Zalamea su preocupación por la relación del hombre con Dios en un drama de alta concepción moral que, no por muy conocido especialmente en su versión escénica, resulta  menos fascinante como lectura.


4 comentarios:

Myriam dijo...

¡Qué cierto, Paco! ¡Qué cierto!

Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Brioso comienzo, con los temas centrales de la obra.
El honor definía casi al español, pero también lo esquematizaba y le obligaba: era una norma social, aún con sus tintes de hipocresía...
Sutileza de la que ahora quizá no seamos consciente: la obra plantea que también los villanos -aquí villanos ricos, pero villanos- tenían derecho al honor. Esa es la visión correcta en este caso.
Adelante.

Anónimo dijo...

Por el honor se mata, por el honor se muere. Tiene razón Pedro Ojeda, demasiado honor en la historia de España, y demasiadas muertes.

Ele Bergón dijo...

Creo que ha desparecido ya ese concepto del honor,que trata Calderón en su obra El alcalde de Zalamea, aunque si te digo la verdad, aún la estoy leyendo, pero lo que sí persiste en al actualidad, es esa indignación por las personas indignas, que van cometiendo injusticias a diestro y siniestro, sean de la clase social que sean, al menos yo lo veo así.

Un abrazo